Apurímac.- El impacto de los incendios forestales en Perú sigue creciendo. Según cifras oficiales, ya son 20 personas que han perdido la vida, y más de 5600 hectáreas de cultivos y bosques han sido devastadas por el fuego. De las 24 regiones del país, 22 están afectadas. En algunas regiones, como Amazonas, se llegaron a registrar hasta 18 focos de incendios activos en un solo día.
“Acá, el incendio ha continuado durante 21 días a vista y paciencia de todos. La reacción ha sido tardía, como siempre, y el tema ambiental nunca es prioridad para los gobiernos. Dicen: ‘si se quema, pues se quema, los animales no tienen sentimientos, no sienten dolor’. Estamos indignados por la indiferencia de las autoridades”, señaló Pedro Heredia, titular del Área de Conservación Privada Milpuj (provincia de Luya, Amazonas), en declaraciones a DW Español.
En las últimas semanas, se han contabilizado más de 200 incendios forestales tanto en zonas alto andinas como amazónicas. El premier Gustavo Adrianzen afirmó inicialmente que no había razones suficientes para declarar el estado de emergencia. Sin embargo, luego de días de presión por parte de autoridades locales, organizaciones ambientales y ciudadanos, el Gobierno finalmente declaró la emergencia en las regiones de Amazonas, Ucayali y San Martín.
Factores que agravan la crisis
Las autoridades atribuyen los incendios en gran parte a la quema de parcelas por parte de agricultores que buscan preparar sus tierras para nuevos cultivos. No obstante, para la ingeniera Lucila Pautrat existen otros factores a considerar, como la sequía y la Ley Antiforestal aprobada en diciembre, que facilita la titulación de tierras deforestadas.
“Hay un riesgo creciente de que los incendios se vuelvan incontrolables y afecten a las poblaciones locales, porque a estas políticas de deforestación y de promoción de cultivos agroindustriales se suman las sequías, los eventos climáticos extremos y el cambio climático”, advirtió Pautrat en una entrevista con DW.
Los incendios forestales no solo provocan la pérdida de cobertura forestal y fuentes de agua, sino que fomentan la erosión del suelo, la degradación de ecosistemas y hábitats, la migración y muerte de fauna y la contaminación atmosférica con riesgos para la salud.
“Ver cómo todo se quema y se convierte en cenizas, sabiendo que quizás ya no lo recuperarás, es duro. El dolor que sentimos es por la biodiversidad. Acá, en Milpuj, en la mañana podías escuchar 22 tipos de aves y ver unas 8 o 10 especies endémicas; ahora no ves ninguna”, lamentó Pedro Heredia.
Frente a esta crisis, ciudadanos y organizaciones ambientalistas se vienen movilizando para enviar donaciones, exigir una respuesta gubernamental más efectiva y manifestarse contra la Ley Antiforestal.
Fuente: SPDA