(Viernes 10/12/2021).- Los Andes Centrales ocupan la parte occidental y central de Sudamérica, incluyendo los territorios del Perú, Bolivia, norte de Chile, noroeste de Argentina y sur del Escuador. Esta región se caracteriza por la diversidad de su topografÃa, su relieve y climas, en distancias cortas, motivando una suma de ambientes con nichos y micronichos ecológicos.
Esta diversidad externa, por paradoja, constituye una de las bases fundamentales de la unidad del territorio andino, donde la altura y la llanura, los valles y las punas, las costas y la sierra, constituyen segmentos complementarios y de mutuo contraste.
Al igual que en el aspecto geográfico, el desarrollo de la cultura andina ofrece una gama de matices y de contrastes en su proceso, un espectro de culturas y subculturas diferenciables, pero que, en sus caracteres generales, todas forman parte de la gran unidad tradicional de la cultura andina, una cultura propia, originaria y pe culiar, cuyos eventos históricos más importantes son comparables con sus similares
del mundo.
El hombre llega a los Andes hacia los años 12.000 a. C. en condición de cazador y recolector. Descubre las bondades de la naturaleza andina, los recursos básicos de subsistencia y se asienta en lugares especiales, como los valles de la costa y los interandinos. Desde esta etapa se inicia una serie de hechos que convergen en la gestación de una cultura propia, originaria e indÃgena de los Andes.
Alrededor de los 4.000 a. C, con la experiencia ganada sobre el territorio cordillerano y los valles de la costa, se realiza uno de los eventos más importantes de nuestra historia: la domesticación de plantas y animales, proceso que continúa hasta los albores de la era cristiana.
Se logró domesticar cerca de 100 especies de plantas y cuatro de animales, originando una verdadera revolución en el manejo económico. Un o de los logros conseguidos en esta época constituye hoy el alimento básico de muchos pueblos del mundo: la papa. No menos importante es la quinua.
Inmediatamente después, 3.000 años a. C , el hombre sale de las cuevas y abrigos rocosos, fundando los primeros núcleos aldeanos, con casas pequeñas, semisubterráneas y similares a las chozas modernas. En los 2.500 a. C , ya aparecen templos, obviamente originando la formación de una clase social, los servidores del culto, que posiblemente fueron los primeros en asumir el control y la administración polÃtica.
La cerámica no se inventó en los Andes. No hay evidencia de tal hecho. Se introduce de alguna parte, posiblemente del área septentrional aunque hacia los 1.800 a. C. alcanza un alto desarrollo, precisamente en asociación con los templos como Kotosh, ChavÃn, Garagay, Caballo Muerto, SechÃn, etc. Esta cerámica se caracteriza por su decoración barroca, incisa o estampada con diseños en relieve.
Geralmente es de color negro, marrón o rojo. Este perÃodo se conoce como Horizonte Temprano o Formativo, por cuanto constituye el momento en que se origina la llamada «sociedad compleja andina», con organización social estratificada, economÃa agrÃcola, crecimiento de pueblos, etc.
Posteriormente, durante el primer milenio de nuestra era, los pueblos sometidos por la expansión del culto ChavÃn buscan su independencia. Se rebelan ante los templos y sus servidores, destruyéndolos en muchos casos, como ChavÃn y Kotosh y convirtiéndolos en viviendas comunes o cementerios.
Estos grupos de emergentes se organizan en culturas regionales, diferenciables unas de las otras, tales como Mochica, Vicus, Salinar en la costa norte, Maranga en la costa central, Mazca en la costa sur, Recuay y Cajamarca II en la sierra norte, Huarpa (Warpa) en la sierra central, Pukara en el sur, etc., sólo para citar algunos ejemplos.
Los mochica se distinguieron por su cerámica escultural, con gran derroche en el modelado y moldeado. Lograron representar expresiones psicológicas, escenas de la vida social, etc. Dentro de su bicromÃa, combinaron las expresiones escultóricas.
Los nazca, en cambio, se caracterizaron por la policromÃa de su vajilla. Consiguieron producir hermosos vasos con diseños pintados. Las fases tempranas presentan motivos reales, naturales, com o animales, plantas, al hombr e mismo en su actividad, mientras que las fases tardÃas son más bien abstractas, simples y cargadas de lÃneas geométricas.
El segundo Horizonte, llamado Medio, está ocupado por la expansión de la cultura huari, cuyo centro más importante está ubicado en Ayacucho, con una extensión sorprendente de cerca de las cien hectáreas cuadradas. Es la ciudad más grande y compleja de su época, posiblemente una de las más grandes del mundo por aquellos años.
La parte central tiene edificios construidos con piedras labradas y de hasta tres pisos. Se conoc e com o Chejo-wasi. La cerámica y los tejidos son polÃcromos. Los tapices de esta cultura son verdaderas joyas en textilerÃa. Los personajes comunes en los diseños son el felino, el sol radiante, el halcón y motivos geométricos alternando colores.
Huari se expande por todo el territorio pan-andino, dominando a los pueblos y culturas de la zona. El carácter de la expansión y la dominación fue más de carácter militar y económico, a diferencia de las de ChavÃn que fueron cultistas.
Durante el siglo XI de nuestra era, nuevament e los pueblos se movilizan y logran independizarse del poder huari, reorganizando sus antiguas posiciones, formándose nuevos señorÃos y hasta confederaciones. Es asà com o surge Chimú en el norte, Chancay en la costa central, Chincha en el sur, los chankas, wankas, collas, etc., en la sierra.
Cada uno de estos señorÃos empez ó a asumir el control sobre sus territorios, buscando en muchos casos expandirlos. Surgen grandes centros poblados como Chachan con los chimú, Tambo de Mora con los chincha, etc., que constituyen verdaderos complejos urbanos.
La eclosión social hacia el siglo XIV fue tran grande que, por una suma de contradicciones, se origina la formación del imperio Inca, precisamente como respuesta al avance polÃtico de los chankas hacia el Cusco.
Los quechuas asentados en Cusco, aliados con los collas del altiplano y los antis de la región oriental, logran vencer a los chankas y organizar polÃticamente una nueva administración, conocida en nuestra historia como el Imperio Incaico, que ocupa en la cronologÃa de desarrollo de las culturas prehispánicas el Horizonte TardÃo.
Los incas tuvieron algo más de un siglo de dominio. En este corto tiempo alcanzaron una extraordinaria organización socio-polÃtica y construyeron grandes obras. El proceso de desarrollo de la cultura andina
de infraestructura como templos, fortalezas, caminos, andenes agrÃcolas, etc., que hoy admiramos. Sin haber conocido la escritura ni la rueda, alcanzaron a manejar y controlar una gran población dispersa sobre un territorio muy extenso.
El imperio tahuantinsuyano llegó a dominar desde Pasto en Colombia hasta Mauli en Chile, casi todo el occidente de Sudamérica.
Hubo 14 incas que polÃticamente tuvieron el gobierno. Los últimos fueron Huáscar y Atahualpa, quienes precisamente intentaron dividirse el Imperio disputando el poder. En estas circunstancias llegaron los españoles, invadiendo el Imperio en 1532, fecha en que la cultura y sociedad andinas sufren el más duro golpe en su proceso de desarrollo y realización.
La conquista española duró casi 40 años, hasta el afianzamiento de la nueva administración colonial que duró 400 años. A pesar de la persecución sufrida por los indÃgenas en su ideologÃa, sus costumbres y patrones culturales en todo este tiempo, ellos perviven conservando lo suyo. TodavÃa existen más de cuatro millones de andinos que siguen hablando el quechua y añorando el pasado incaico, que para ellos
fue siempre mejor que cualquier otra época. (Por: Ramiro Matos M)
Fuente: Centro Virtual Cervantes