(Lunes 7/12/2020).- La última comida de Adolfo Hitler antes de suicidarse fueron unos espaguetis con tomate que cocinó Constanze Manziarly, la joven dietista austriaca que revela, en cartas ahora publicadas, los problemas digestivos del dictador, los hábitos alimenticios de los nazis, y su miedo.
Manziarly trabajó a la fuerza para el lÃder nazi y desapareció semanas después del suicidio del dictador; ahora, un libro recoge 18 cartas que la joven, prácticamente desconocida hasta ahora, escribió a su familia.
“Es interesante observar que hasta ahora sólo se ha podido obtener información limitada y fragmentaria sobre la joven del Tirolâ€, explica en entrevista a distancia con Efe el investigador y escritor del libro, Stefan Dietrich. “Ha sido un punto ciego en la literatura sobre Hitlerâ€, asegura.
Las cartas que el autor austrÃaco recoge en “Constanze Manziarly: la última dietista de Hitlerâ€, que acaba de publicar la editorial Berlin Story Verlag, estaban destinadas a su familia. En concreto, a su padre y a su hermana.
Fechadas desde el 3 de abril de 1943 hasta diciembre de 1944, en ellas la joven explica los “muy especÃficos†hábitos alimenticios de los nazis, los problemas crónicos de digestión del dictador, las situaciones de estrés que vivÃa a diario y que, sobre todo al principio, sentÃa mucho miedo.
En la primera de las cartas recuperadas por Dietrich ya se observa que Constanze no se siente nada cómoda en su trabajo y que lo realiza por obligación.
“La gente sigue diciéndome que es un privilegio esta misión, uno que miles de personas me envidian. ¡Oh, si supieran lo que hay en todo esto! Con qué gusto le entregarÃa todo a alguien con experiencia, alguien más apropiado, y recuperarÃa mi paz mental en su lugarâ€, escribe la joven austriaca.
En las primeras cartas, además, ya advierte de la censura a la que serán sometidas: “Por favor, tengan cuidado al escribir. Sin crÃticas, el correo es controlado de manera ordinariaâ€.
Vida sana y natural
Constanze Manziarly nació el 14 de abril de 1920 en Innsbruck (Austria), en una familia de clase media acomodada, con interés por la cultura y, en especial, por la música. La propia Constanze tocaba el piano y, de hecho, según explica Dietrich, debe su nombre a la que fue esposa de Mozart.
El escritor indica que, según su hermana -gracias a quien consiguió las cartas-, Constanze era tranquila, atenta, concienzuda, interesada en una gran variedad de cosas y bien educada. También, que desde muy pronto habÃa mostrado interés en una vida sana y natural, centrada particularmente en el campo de la nutrición.
Después de asistir al instituto femenino del convento de las Ursulinas y posteriormente pasar tres años en el Instituto Estatal de Profesiones Económicas de Innsbruck, con el objetivo de especializarse en el área de la cocina dietética, consiguió unas prácticas en el “Biologisches Kurheim†del Profesor Werner Zabel.
Era un hospital privado de Bischofswiesen cerca de Berchtesgaden, una localidad alemana próxima a Austria donde Hitler tenÃa su residencia de montaña.
Como señala Dietrich, el ingreso de Manziarly en la clÃnica del profesor Zabel supuso el comienzo de una cadena de acontecimientos que la catapultó, “desprevenidaâ€, al entorno de Hitler.
Reemplazo de la dietista judÃa
El dictador conoció a Constanze cuando estaba en la clÃnica de Berchtesgaden. Según explica el investigador, Hitler acababa de despedir a su dietista tras descubrir que la ascendencia de su abuela era “cuestionable†y contenÃa “sangre judÃaâ€.
Esto ocurrió cuando el dictador y su comitiva se estaban trasladando de la “Guarida del Loboâ€, su cuartel general cerca de Rastenburg en Prusia Oriental, al Berghof en la zona de Berchtesgaden el 25 de marzo de 1944.
Como Dietrich indica, “lo más obvio†era recurrir al “Kurheim†(centro de reposo) del profesor Zabel. Este fue quien le asignó a Constanze Manziarly la preparación de la dieta y las comidas a Hitler.
Al poco de empezar este trabajo, escribe en una carta del 3 de abril de 1944, que lo que más “le desgasta†es la enorme carga de responsabilidad que tiene que llevar.
“Usaré esta pausa para almorzar para desahogar mi corazón. Las cosas han resultado similares a lo que habÃa sospechado todo el tiempo la semana pasada pero no creÃa que pasarÃa: debido a las instrucciones de ‘allá arriba’ para el profesor Zabel y para mÃ, tendré que quedarme y llevar a cabo mis deberes, ya sabes lo que quiero decir, mientras él esté aquÃ. Esto puede ser 14 dÃas, o algunos meses, o medio año, nadie lo sabeâ€, escribe Constanze.
Según señala el escritor, fue a principios de julio de 1944 -cuando el cuartel general estaba a punto de volver a trasladarse a la “Guarida del Loboâ€- cuando se le preguntó a Constanze si estaba dispuesta a unirse al personal.
En esa primera carta ya se comenta que Manziarly no tuvo libertad de elección para rechazar el puesto al servicio de Hitler.
“Cualquier objeción serÃa completamente inútil y, en el peor de los casos, podrÃa terminar en un tribunal (…). Por el momento, lo único que hay que hacer es aceptar la situación; esto no es fácil para mÃâ€.
Manziarly trabajó a la fuerza para el lÃder nazi y desapareció semanas después del suicidio del dictador. Ahora, un libro recoge 18 cartas que la joven, prácticamente desconocida hasta hoy, escribió a su familia. (Foto: EFE)
Manziarly trabajó a la fuerza para el lÃder nazi y desapareció semanas después del suicidio del dictador. Ahora, un libro recoge 18 cartas que la joven, prácticamente desconocida hasta hoy, escribió a su familia. (Foto: EFE)
Aunque la joven austriaca tenÃa la “esperanza†de trabajar solo hasta otoño para Hitler, en la carta del 27 de julio -que ya envÃa desde la “Guarida del Loboâ€- les confirma que se tendrá que quedar indefinidamente.
“¡Mis queridos! Ahora se ha decidido definitivamente que me quedaré aquÃ. El Führer lo ha querido asà y todas las demás consideraciones se han vuelto irrelevantes. No se imaginan lo difÃcil que es para mà informarles de que no podré ir a verlos en un futuro próximoâ€, explica Constanze.
Desde esa fecha hasta la muerte del dictador, Dietrich explica que Constanze Manziarly formó parte del exclusivo cÃrculo Ãntimo en torno Hitler. Se convirtió en su dietista y se dedicó a prepararle los menús, compartió sus comidas, participó en sus sesiones nocturnas de té, le felicitó en su último cumpleaños y en su boda y, finalmente, estuvo en el búnker durante su suicidio.
Última comida
Según explica Dietrich, el 30 de abril se le ordenó que, como de costumbre, preparara el almuerzo. Lo que Constanze cocinó fueron unos espaguetis “con una ligera salsa de tomate†que Hitler comió junto a ella y sus dos secretarias.
El escritor explica a Efe que una de ellas, Traudl Junge, escribió en su diario que se le indicó a Constanze que, después del suicidio, preparara una cena como si fuera para Hitler con la intención de ocultar la muerte de este.
“Con los ojos llenos de lágrimas, la joven Fräulein Manziarly está sentada en un rincón. Tuvo que preparar la cena para el Führer este 30 de abril, como de costumbre, para que su muerte se mantuviera en secreto. Pero nadie se comió los huevos fritos y el puré de patatasâ€, se puede leer en las memorias de Junge.
Sin embargo, Dietrich indica a Efe que, según sus investigaciones, debe tratarse de un error. Explica que, desde fuera, nadie habrÃa notado si Constanze estaba preparando puré de patatas o no.
El final de Constanze
Horas después del suicidio de Adolfo Hitler y su mujer, el investigador señala que un sentimiento de incertidumbre y de “no saber qué hacer†se instaló en el búnker. Aunque no hay cartas de esa época, Dietrich afirma que la última vez que se vio a Constanze Manziarly fue el 2 de mayo de 1945 y que en los siguientes años no aparecieron pistas sobre su paradero.
Explica que, según su investigación, las suposiciones sobre su destino se reducen a dos posibilidades: o suicidio, o asesinato al haberse encontrado con soldados rusos. No obstante, señala que hay autores que apuestan por que escapó a Latinoamérica.
Fuente: EFE