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Lo que hay detrás del reclamo de Colombia a Perú por la isla Santa Rosa (y sus graves implicaciones)

Desde hace un año, el entonces embajador colombiano en el vecino país alertó sobre la pérdida de soberanía en el río Amazonas. Así se creció este conflicto limítrofe.

Lo que hay detrás del reclamo de Colombia a Perú por la isla Santa Rosa (y sus graves implicaciones)

Apurímac, 8 agosto 2025.- La fragilidad legal del título territorial de la Isla de Santa Rosa, ubicada frente a Leticia entre Colombia y Perú, no es nueva. Esta isla fluvial apenas emergió del río Amazonas en el año de 1970 como una forma de playón, lo que prueba por qué no era algo acordado entre los dos Estados, quienes habían negociado sus límites atrás en 1928, cuando dicha isla no existía.

Lo que sí resulta desconcertante es por qué el presidente Gustavo Petro solo hasta ahora, en antesala a la celebración patria de la batalla de Boyacá y por medio de un trino, pone el tema en la cima de la opinión pública, cuando fue algo que debió ventilarse desde tiempo atrás, cuando expertos anunciaban el estado crítico de las aguas próximas a Leticia. 

Hace un año el Embajador colombiano de carrera diplomática, Diego Cadena, había anunciado lo crítico de la situación, negándose a reconocer al proclamado alcalde peruano de Santa Rosa precisamente en defensa de la soberanía colombiana. Una situación de la mayor gravedad que podría tener implicaciones para todo el territorio colombiano.

Las fronteras entre Colombia y Perú

En el caso Nicaragua contra Colombia ante la Corte Internacional se habló bastante del denominado uti possidetis iuris, que esencialmente es un principio de derecho internacional que indica que las asignaciones territoriales de los nuevos Estados independientes del siglo XIX en el continente americano corresponderían a los límites que se habían asignado previamente a las colonias por España antes de la independencia. 

Pues bien, tanto Colombia como Perú heredaron asignaciones imprecisas en el Amazonas que incluso señalaban derechos superpuestos. Es por esto, que los dos Estados soberanos decidieron poner fin a la controversia mediante la firma del Tratado Lozano – Salomón de 1928.

Dicho tratado explícitamente reza: “La línea de frontera entre la República de Colombia y la República Peruana queda acordada, convenida y fijada en los términos que en seguida se expresan: desde el punto en que el meridiano de la boca del río Cuhimbé en el Putumayo corta al río San Miguel o Sucumbíos, sube por ese mismo meridiano hasta dicha boca del Cuhimbé; de allí por el thalweg del río Putumayo hasta la confluencia del río Yeguas; sigue por una línea recta que de esta confluencia vaya a la del río Atacuari en el Amazonas, y de allí por el thalweg del río Amazonas hasta el límite entre Perú y el Brasil establecido en el tratado Perú-brasileño de 23 de Octubre de 1851”.

Así mismo, el tratado agrega que se “respetarán las concesiones de terreno que estuvieren en posesión antes de la fecha del presente tratado”, así como “la libertad de tránsito y el derecho de navegación de sus ríos comunes y de sus afluentes y confluentes”.

En este punto es muy importante resaltar que para el año de 1928 no existía la Isla de Santa Rosa. Así mismo, para ese entonces, el thalweg (o vaguada) del río Amazonas —entiéndase la línea que marca la parte más profunda de un cauce fluvial—, pasaba más cerca de Leticia y no del territorio peruano.


La situación, de hecho, generó que en 1932 civiles peruanos ocuparan por vías armadas la ciudad colombiana de Leticia, dando origen al histórico conflicto colombo-peruano. El mismo terminó con la intervención de la Sociedad de las Naciones (organización predecesora de la ONU), y que conllevó a la firma del Protocolo de Río de Janeiro de 1934, el cual reafirmó todo lo dicho por el Tratado de Límites de 1928, así como la creación de la Comisión Mixta de Límites. 

Para entonces, que fue cuando se dio por concluida la negociación, el límite entre Colombia y Perú siguió siendo el río Amazonas, entiéndase el thalweg o zona de mayor caudal de este. Reiterando, que nada se habló de Santa Rosa porque dicho territorio no existía.

¿Qué pasó en el Río Amazonas?

En 1970 emergió un espacio territorial dentro del río Amazonas, justo al frente del puerto de la ciudad de Leticia, dando surgimiento a una isla fluvial que se denominó Santa Rosa. Según los expertos, estas formaciones terrestres pueden surgir de forma natural debido a procesos geomorfológicos por el comportamiento dinámico de los ríos de llanura, como el río Amazonas. 

Esto se da por cuenta del aumento de los depósitos de sedimentos como arena, limo o arcilla, por cambios en el cauce, así como por formación de brazos y canales secundarios. Los sedimentos, que al inicio son temporales, pueden finalmente estabilizarse cuando nace nueva vegetación, lo cual es altamente factible en unas tierras tan fértiles como las del Amazonas. Esta situación puede generar con el paso del tiempo cambios significativos en el cauce del río.

Debido a lo anterior, no solo emergió esta nueva isla Santa Rosa, sino que, como consecuencia del fenómeno, empezó a presentarse una variación en el cauce del río, trayendo como consecuencia que gradualmente la corriente madre, o la parte más caudalosa del río, fuera trasladándose de lugar, pasando poco a poco de aguas cercanas a Leticia, para moverse cada vez más cerca al territorio peruano.

Es importantísimo resaltar que este fenómeno ha sido alertado de tiempo atrás. De hecho, desde 1993 el Laboratorio de Estudios Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia ya había informado que el 70% del caudal del Amazonas fluía por el canal peruano, mientras que solo el 30% lo hacía por los canales colombianos. Más tarde, en 2012, la profesora Lilian Posada, también de la Universidad Nacional, concluía en sus investigaciones que “el río se estaba yendo de Leticia”, alertando también las implicaciones territoriales, económicas, culturales y simbólicas.

En la actualidad, según los datos más recientes, el brazo colombiano apenas tiene unos 5 a 6 metros de profundidad, mientras que el peruano supera los 15 metros. Esto indica que el thalweg (o vaguada) del río Amazonas —según palabras del Tratado Colombo-Peruano— ya no pasa por el caudal colombiano sino por el peruano. 

En otras palabras, de seguir este fenómeno así, sin intervención Estatal y bajo las actividades realizadas por Perú del lado de la Isla de Santa Rosa, no faltará mucho para que Leticia pueda quedarse sin puerto. ¡Una Colombia sin río Amazonas!

¿Qué dice el derecho internacional?

En derecho internacional no hay un legislativo centralizado. Es decir, las normas, nacen entre acuerdos de voluntad dados por Estados, a través de las fuentes formales, incluidos los tratados, la costumbre y los principios generales. Para el particular, la relación limítrofe entre Colombia y Perú la regula el aún vigente Tratado Lozano – Salomón de 1928. El mismo indica que la delimitación entre los dos estados en la zona bajo controversia estará determinada por el rio Amazonas.

Siendo un rio de tal magnitud -cuya anchura puede variar entre 1.6 y hasta 48 kilómetros-, debe entenderse que la delimitación está determinada por el ya mencionado thalweg o vaguada. Se reitera, esto correspondiendo a la parte del rio donde fluye el mayor caudal y está la mayor profundidad. Este criterio de delimitación no solo está determinado por el propio tratado de 1928 sino por el derecho internacional consuetudinario. Usar el thalweg como referencia es una práctica sistemática de delimitación en el mundo entero.

En estricto sentido, y dado que el thalweg del Amazonas se ha movido del cauce colombiano al cauce peruano por razones naturales, nótese que a la luz del tratado vigente también se movió el punto de referencia de la delimitación, lo cual explica por qué bien tendría Colombia fuertes argumentos para sostener que todo lo que está del thalweg actual hacia el norte pertenece a Colombia, incluido por supuesto la Isla Santa Rosa.

Por su parte, también desde el derecho internacional, Perú podría echar mano del principio de effectivitté (o actos de señor y dueño) alegando que por cuento la Isla ha sido ocupada por ciudadanos peruanos desde su aparición, ha venido ejerciendo soberanía la cual respaldaría su titularidad. 

Sin embargo, aunque este principio se ha confirmado fuertemente en contextos del derecho del mar, no es del todo claro que pueda darse su aplicación directa en un contexto de controversia fluvial. Así mismo aun existiendo, no es totalmente claro que el ejercicio de actos soberanos de parte de Perú haya sido sin oposición. De hecho, las actuales controversias precisamente son evidencia de la inconformidad colombiana al respecto.

Es indudable que en este asunto existe una evidente controversia jurídica internacional, o como lo diría la Corte de La Haya en el caso Mavrommatis, una notable diferencia en un punto de hecho y de derecho. Así, que lo que si es cierto es que el asunto no está para nada saldado o solucionado como lo alega erróneamente Perú. 

El diferendo debe llevarse a través de un Mecanismo de Solución Pacífica de Controversias. Siendo por supuesto la Negociación directa la mejor opción – a través de la Comisión Binacional existente-, o a través de arbitraje internacional o de un nuevo caso ante la Corte Internacional de Justicia vía mutuo acuerdo.

No obstante, el asunto más importante es el acceso de Colombia, y de Leticia al Rio Amazonas. De la lectura de los acuerdos existentes, es indudable e incuestionable que Colombia tiene todo el derecho soberano a acceder a este importantísimo recurso hídrico, bien sea con o sin Santa Rosa. 

Esto incluirá o la absoluta necesidad de moverse hasta el thalweg actual -ubicado entre Santa Rosa y Perú-, o mediante el necesario dragado del Rio Amazonas en las costas de Leticia precisamente para abrir paso al curso del agua. Aquí no solo está en juego la configuración del cuerpo de agua en sí, sino derechos humanos, pesqueros, económicos, así como la soberanía misma del Estado Colombiano.

¿Qué ha hecho Colombia?

Los Gobiernos colombianos no han hecho mucho. Y debe decirse que, si bien la Isla Santa Rosa nació en 1970, ya hidrólogos colombianos alertaron la disminución del cauce en el lado colombiano desde la primera década del Siglo XXI. Así que la responsabilidad no es solo de Petro, sino también de Duque y Santos, por lo menos. Todos deben responder. 

El tema del Rio Amazonas ha venido sufriendo la suerte de las pobres relaciones exteriores que hemos tenido en los últimos gobiernos. Altamente politizadas, sectorizadas, no profesionalizadas. Es por esto por lo que nuevamente esta crisis internacional es también un llamado a darle mayor protagonismo a los expertos y a la carrera diplomática, para dejar de tener la Cancillería como la caja menor del partido político de turno en el poder.

Nótese lo contradictorio de las gestiones. Solo hace un año exactamente, el Embajador de Carrera Diplomática, Diego Cadena, ya había adelantado a nombre del Estado colombiano una acertada gestión diplomática tendiente a recuperar las aguas del Rio Amazonas para Colombia, así como la negación del reconocimiento de Santa Rosa como territorio peruano. 

No obstante, el mismo Petro que ahora sale indignado en redes sociales -como si recién se acabara de enterar del asunto-, prefirió enviar a Cadena, entonces director de Soberanía Territorial de la Cancillería, literalmente al otro lado del mundo -ahora es Embajador en Australia-, para enfriar el asunto, o evitar que el escándalo surgiera en medio de otras prioridades de su gestión. 

En lugar del diplomático experto Cadena, Petro prefirió poner a Javier Pava, profesional en gestión de riesgos y quien ninguna trayectoria o conocimiento tiene en derecho internacional o en relaciones exteriores pero que es a fin a su carrera política.

Solución y llamado al Gobierno para actuar

Primero, es necesario llamar a los verdaderos expertos. Aquí se necesitan conocedores en derecho internacional y solución pacífica de controversias territoriales que, nutridos por la experticia técnica de los hidrólogos y ecólogos, planeen una estrategia para afrontar la crisis. Colombia no puede perder el Rio Amazonas.

Así mismo necesitamos un verdadero liderazgo en una de las carteras más importantes del Estado, como son las relaciones exteriores y coherencia. Es fundamental que Petro respalde la gestión de los funcionarios expertos de carrera que avanzan estas agendas. Que lo que expresa públicamente el presidente esté alineado con la gestión diplomática y técnica que realiza el Estado en su conjunto.

Respecto al derecho internacional, creo que lo fundamental es defender a capa y espada el tenor del Tratado vigente de 1928, así como el thalweg como punto de delimitación. Reitero, Colombia no puede perder el Rio Amazonas. Igualmente es necesario el diálogo bilateral, reactivando la Comisión Binacional, lo cual debe fortalecerse con presencia soberana en Leticia y en todo el Amazonas.

La invitación que haría en el diálogo jurídico es simple pero certera: Colombia solo puede aceptar eventualmente la soberanía de Perú sobre Santa Rosa siempre y cuando se hagan de manera conjunta dragados en el brazo del rio que pasa por Colombia, a fin de asegurar que el thalweg regrese al lugar original en el que estaba en 1928 cuando se firmó el tratado. De lo contrario no se reconoce Santa Rosa como territorio peruano ya que al fin y al cabo esto no estaba incluido en el acuerdo inicial. Y el asunto debe llevarse a un mecanismo de solución jurídica.

Fuente: El Espectador 

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