Apurímac, 1 agosto 2025.- Algunos de los aliados occidentales más importantes de Israel, bajo la presión política de los votantes consternados por el incremento de la evidencia de hambruna en Gaza, ahora dicen que reconocerán un Estado palestino.
El presidente Donald Trump, convencido de que los gazatíes se mueren de hambre, ha mandado a su enviado para Medio Oriente a Israel por primera vez en meses para examinar el caótico sistema de distribución de alimentos.
Cada vez más académicos debaten si Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. Los sondeos de opinión en Estados Unidos y otros países muestran una opinión cada vez más negativa de Israel. Y no existe un plan claro para poner fin a la guerra contra Hamás.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha respondido airadamente al aumento del escepticismo. Ha dicho que los informes sobre la hambruna son exagerados, que hay que destruir a Hamás, que los críticos suelen ser antisemitas y que el reconocimiento occidental de un Estado palestino es una recompensa a Hamás por el ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel en el que murieron más de 1000 personas.
“La opinión israelí habitual es que esta crisis es otro problema temporal”, dijo Natan Sachs, analista de política israelí. “Pero esa es una interpretación errónea del mundo, porque acelera un giro global contra Israel que tiene efectos dramáticos, especialmente entre los jóvenes”.
A medida que crece la ira por el hambre generalizada en Gaza, Israel corre el riesgo de convertirse en un paria internacional. El mortífero ataque dirigido por Hamás contra Israel en 2023 sigue siendo un acontecimiento fuerte y destacado para muchos israelíes. Pero para otras personas de todo el mundo, la devastación y el hambre en Gaza se han hecho más visibles y urgentes.
Desde que Israel cortó la ayuda en marzo para intentar obligar a Hamás a entregar a los rehenes, el esfuerzo israelí por instalar su propio sistema de distribución se ha visto empañado por el caos y las bajas, mientras el hambre aumenta. Decenas de personas han muerto cuando los gazatíes se apresuraban a conseguir alimentos.
Y nadie tiene una idea clara de cómo terminará la guerra, incluso cuando Israel ha retomado varias veces amplias zonas de Gaza. El número de muertos en el enclave ha superado los 60.000, la mayoría civiles, según la ONU. Netanyahu no ha esbozado lo que tiene pensado para Gaza ni quién debería intentar gobernarla en lugar de Hamás. Se ha negado a entablar relaciones con los países con más probabilidades de contribuir a ello: los Estados del Golfo Pérsico, Egipto y Arabia Saudita.
Trump sigue siendo un firme partidario de Israel en su lucha contra Hamás, y en el pasado ha dado carta blanca a Netanyahu sobre cómo hacerlo. Pero incluso Trump ha parecido conmocionado por los videos televisados del hambre en Gaza, y algunos de sus más fervientes partidarios cuestionan públicamente la relación con Israel.
El debate cada vez mayor sobre si Israel está cometiendo un genocidio refleja también que “algo fundamental ha cambiado en la forma en que se percibe a Israel”, dijo Daniel Levy, negociador bajo gobiernos anteriores dirigidos por el Partido Laborista en Israel y actual presidente del Proyecto Estados Unidos/Medio Oriente, una organización sin ánimo de lucro.
Levy señala un brusco cambio cultural, con manifestaciones antiisraelíes, propalestinas y a veces antisemitas en lugares como teatros de ópera y festivales de música. Estrellas del pop como Billie Eilish y Ariana Grande han hecho enérgicos llamamientos al alto al fuego y a la entrega de ayuda a los palestinos en Gaza.
“Durante mucho tiempo, Israel pensó que si les echábamos en cara el antisemitismo y el Holocausto con suficiente fuerza, todo desaparecería”, dijo Levy. “Pero el espíritu de la época está cambiando, y el intento israelí de indignación funciona con una cohorte cada vez más reducida”.
Los sondeos de opinión reflejan el cambio. Una encuesta de Pew realizada en abril reveló que la opinión de los estadounidenses sobre Israel se había vuelto más negativa. Alrededor del 53 por ciento de los adultos estadounidenses expresan ahora una opinión desfavorable de Israel, frente al 42 por ciento antes del ataque de Hamás. De ellos, la proporción de quienes expresan una opinión muy desfavorable de Israel subió al 19 por ciento de los adultos este año, frente al 10 por ciento en 2022.
Otra encuesta de Pew, realizada el mes pasado, reveló que en 20 de los 24 países encuestados, la mitad o más de los adultos tenían una opinión desfavorable de Israel. Alrededor de tres cuartas partes o más tienen esta opinión en Australia, Grecia, Indonesia, Japón, Países Bajos, España, Suecia y Turquía. Las cifras son mayores entre los más jóvenes, y una de las mayores diferencias entre personas jóvenes y mayores se da en Estados Unidos.
El mayor peligro para Israel en el futuro no son las posturas adoptadas por los dirigentes europeos o sus críticos más apasionados, argumentó el analista Sachs. “Desde la perspectiva israelí, el fenómeno más preocupante es la gente que se encuentra indecisa. O no conocen el tema o quieren mantenerse alejados de él, porque es tóxico”, dijo. “La persona promedio que normalmente apoyaría a Israel prefiere mantenerse al margen”.
Netanyahu ha tardado demasiado en comprender la realidad del cambio y el costo para su país, dijo Chuck Freilich, exasesor adjunto de Seguridad Nacional de Israel. Es difícil conocer toda la realidad en Gaza, porque Israel no permite que periodistas extranjeros entren de manera independiente. Pero los grupos de ayuda han descrito una desnutrición cada vez mayor y casos de inanición.
“Hay algo de verdad en las privaciones e incluso un número limitado de casos de inanición en Gaza, y hay algo de antisemitismo en las reacciones”, dijo Freilich.
“Pero sean cuales sean las causas, no importa”, añadió. “Lo esencial es que Israel es o se está convirtiendo en un paria internacional, e Israel no puede permitirse eso”.
Israel necesita apoyo diplomático, dijo. Y necesita desesperadamente buenas relaciones económicas con Europa y Estados Unidos, dijo Bernard Avishai, profesor y analista israeliestadounidense.
“Israel hizo una apuesta fantástica por la globalización, y su vida económica depende de que sus élites tecnológicas encuentren socios en los países desarrollados”, dijo Avishai. “¿Qué ocurre cuando empresas así reciben el rechazo de la gente de todo el mundo?”.
Existe una ira acumulada en Occidente por haber sido presionado durante años para que no se criticaran acciones israelíes como la ocupación de Cisjordania, dijo Avishai, y esa ira está aflorando ahora con más fuerza en relación con Gaza. “Lo que ocurre en Gaza es espantoso” y disminuye la disposición de la gente a viajar a Israel y a trabajar con sus científicos y empresas, dijo. “Para la economía israelí”, señaló, “esto ya es devastador”.
Empujado por la reacción pública y por su propia frustración, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha dicho que su país reconocerá a Palestina como Estado en las Naciones Unidas en septiembre.
El primer ministro de Canadá, Mark Carney, dijo el miércoles que su país haría lo mismo. El primer ministro Keir Starmer ha condicionado el reconocimiento británico, pero las medidas adoptadas reflejan la rapidez con que ha cambiado la opinión de los países occidentales sobre la guerra y sobre Israel.
Reconocer una Palestina que todavía no existe es más que un gesto simbólico: 147 países ya lo hacen. Pero si tanto el Reino Unido como Francia se unen, aislará a Estados Unidos como el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que no lo hace. Y probablemente obligaría a Washington a vetar dicho reconocimiento.
Aunque sigue culpando a Hamás de rechazar un alto al fuego, Trump parece comprender ahora que Netanyahu tiene poco interés en poner fin a la guerra. Una tregua duradera obligaría a Netanyahu a tomar una decisión política sobre el futuro de Gaza que podría colapsar su coalición de gobierno, que depende del apoyo de políticos israelíes de extrema derecha que favorecen anexar y repoblar el enclave.
Incluso para permitir la entrada de más ayuda en Gaza e instituir un cese temporal de las hostilidades, en respuesta tardía a las críticas, Netanyahu tuvo que celebrar una reunión del gabinete de seguridad el sabbat de la semana pasada, cuando sus ministros de extrema derecha no podrían asistir.
Jeffrey Herf, profesor emérito de historia de la Universidad de Maryland, dijo que había observado un giro hacia el antisionismo en el mundo académico y en la sociedad y que esperaba que perdurara. Culpa a Netanyahu de no haber comprendido que la guerra contra Hamás era también una narrativa política.
“La reacción de ahora es un signo de la incompetencia israelí, que ha caído en la trampa de la estrategia cínica y a largo plazo de Hamás para utilizar el sufrimiento de los gazatíes en su propio beneficio”, dijo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los Aliados ayudaron a los civiles alemanes, con el argumento de que los habían liberado de una dictadura enloquecida, dijo Herf. “Israel debería haber venido a Gaza para liberar al pueblo de Hamás, del mismo modo que los Aliados liberaron a los alemanes de los nazis”, dijo. “Pero ahora el mundo odia a Israel”.
Fuente: New York Times