(Miércoles 26/05/2021).- En la mañana del 26 de mayo, el ejército chileno (14000 hombres) al mando de Manuel Baquedano inició el ataque a la meseta de Intiorco o Alto de la Alianza (Tacna), donde se ubicaba las tropas aliadas de Perú y Bolivia (10000 hombres), al mando de Narciso Campero. Otros jefes chilenos fueron Santiago Amengual, Francisco Barceló y Domingo Amunátegui. Entre los jefes aliados destacaron los peruanos Lizardo Montero, Andrés Avelino Cáceres y Belisario Suárez, y los bolivianos Eleodoro Camacho y Miguel Castro Pinto.
Los chilenos atacaron primero el ala izquierda de los aliados, pero fueron rechazados. Luego atacaron por el centro, pero también tuvieron que retroceder ante los peruanos y bolivianos que capturaron prisioneros y armas enemigas. Cuando parecÃa rotundo el triunfo aliado, varios batallones bolivianos y peruanos se lanzaron al llano para rematar a las chilenos, pero éstos recibieron el refuerzo de su caballerÃa y nuevas tropas.
Los aliados tuvieron que replegarse y solicitar ayuda de los reservistas, pero los chilenos superiores en número arremetieron hasta tomar todos los reductos del Alto de la Alianza.
Para emprender la ofensiva sobre Tacna y Arica, los chilenos tardaron tres meses. Decidieron hacer esta operación militar y no la de Lima, que acaso habrÃa tenido entonces éxito fulminante, para lograr la paz con Bolivia e interponerla geográficamente entre Chile y Perú.
Al terminar la batalla, los sobrevivientes bolivianos regresaron a su paÃs, mientras que los peruanos formaron guerrillas en las serranÃas. El ejército chileno tomó la ciudad de Tacna, donde cometieron robos, remataron a los heridos y mataron prisioneros.
RESUMEN HISTÓRICO
El Presidente AnÃbal Pinto expresó en una carta:
“Fuimos a Ilo y luego a Tacna con la expectativa de facilitar un arreglo con Bolivia. La posesión de Tarapacá será más segura para nosotros si ponemos a Bolivia entre el Perú y Chile“.
El objetivo polÃtico fue la fuerza directriz de la estrategia militar a costa de la prolongación de la guerra.
La Batalla del Alto de la Alianza, se desarrolló el 26 de mayo de 1880 en Tacna, en el marco de la Guerra del Guano y del Salitre, siendo una de las acciones militares más sangrientas.
Se enfrentaron los ejércitos aliados del Perú y Bolivia dirigidos por el General boliviano Narciso Campero contra el Ejército de Chile, comandado por el General Manuel Baquedano, luego de casi 8 horas de combate, casi al anochecer las unidades peruanas y bolivianas, se retiran hacia Tarata llevando casi mil heridos.
Después de la batalla, Bolivia se retira militarmente de la guerra, la cual continuarÃa entre las fuerzas de Chile y Perú.
El lugar de la batalla fue la meseta del cerro Intiorko que en quechua significa Alto del Sol. Que está a 3 km al Norte de Tacna , También se le conoce como Campo de la Alianza.
El ejército aliado acampó en la meseta del Intiorko, que por orden general del 16 de mayo, su nombre fue cambiado a Alto de la Alianza.
El plan era esperar el ataque del ejército chileno ahÃ.
El 26 de marzo de 1880 Asume el mando del ejército chileno el general de brigada Manuel Baquedano.
El 22 de mayo, el Jefe del Estado Mayor del ejército chileno, coronel José Vélasquez, acompañado por casi todos los oficiales del ejército, hacen un reconocimiento de las fuerzas aliadas, llegando a Quebrada Honda. Desde ahÃ, el sargento mayor Salvo dispara sus 2 cañones para medir al distancia con los tiros, siendo respondido el fuego por la artillerÃa aliada.
La batalla de Tacna ha sido descrita en detalle por múltiples historiadores, lo único que debemos resaltar es la enorme superioridad en armamento y hombres que tenÃa el Ejército Chileno, la relación era de 3 a 1 respecto a los aliados Perú-Bolivianos, esta diferencia la estipularon, luego de la derrota chilena de Tarapacá, donde la diferencia de Chile con respecto al Perú era de 1.5 a 1, esto es, los chilenos eran 3 mil quinientos bien pertrechados de infanterÃa, artillerÃa y caballerÃa , mientras que los peruanos no llegábamos a 2 mil, solo de infanterÃa deficientemente armados.
La artillerÃa fue la segunda arma en jugar decisivo papel en esa batalla.
Los chilenos contaron con 20 cañones Krupp de campaña modernos y 17 de montaña y 4 ametralladoras, contra 16 cañones antiguos de los aliados, 6 de ellos Krupp y 4 ametralladoras. Otro elemento relevante fue que la artillerÃa chilena estuvo servida parcialmente por artilleros ingleses y alemanes.
Dada la batalla, cuyos resultados oscilaron por momentos, hasta que la superioridad numérica de tres a uno y la eficacia de la artillerÃa definieron el resultado, desbordándose el terror sobre la población civil de la ciudad de Tacna que se vio sometida a todas las manifestaciones del vandalismo.
“Seguros de que en Tacna no corrÃan peligro alguno, tanto porque habÃan presenciado la salida hacia Tarata del derrotado ejército aliado, cuanto por la notificación que enviara al Comando Chileno, el cuerpo consular extranjero, después de los primeros cañonazos disparados contra la ciudad, de que ésta no se hallaba defendida en modo alguno y que podÃan ocuparla libremente, los chilenos entraron en la ciudad, no formados, sino a la desbandada, dedicándose inmediatamente, en todas direcciones, a echar abajo las puertas de las casas y saquearlas, abusar bárbaramente de las mujeres, y asesinar a cuantos procuraban defenderlas y a cuantos se negaban a revelar donde se encontraban las sumas y objetos preciosos que suponÃan tuvieran escondidos“.
En la obra de Paz Soldán se lee:
“A la vez que los soldados chilenos hacÃan el repaso en el campo de batalla, la artillerÃa principió a bombardear la inmediata ciudad de Tacna, temiendo que allà se reconcentraran los restos del ejército aliado.
Muchos soldados chilenos abandonaron sus filas, y se dirigieron a la ciudad a saquear, matar y satisfacer su lubricidad, sin respetar la ancianidad ni la infancia. Aterrorizados los extranjeros, se reunieron los cónsules inglés, francés, alemán y manifestaron al general Baquedano, que aún permanecÃa en el campo de batalla, que la ciudad estaba rendida, y pedÃan garantÃas. La noche con su negro manto vino a favorecer escenas aterradorasâ€.
Las ambulancias peruanas 1, 2, 3 y 4 establecidas en la ciudad estaban llenas de centenares de heridos, tendidos en el suelo, los cirujanos se ocupaban en curar a los que encontraban en mayor peligro, cuando se presentó a caballo un soldado chileno; preguntó: ¿qué ambulancias son éstas? y al contestarle: peruanas, sacó el sable, arrebató su caballo, y dio tajos a diestra y siniestra diciendo: “hoy no queda ni un solo choloâ€; desde el patio hasta la puerta falsa de la casa, recorrÃa destrozando cráneos, dividiendo cuerpos, tanto con su sable como con las patas del caballo, y como los heridos estaban en el suelo, los destrozos fueron espantosos.
Esto pasaba a las doce de la noche. Elevada la queja al cónsul francés M. Lariu y el jefe de la plaza coronel MartÃnez, éste envió a su ayudante LarraÃn, quien al ver lo que habÃa pasado exclamó “estoy viendo este lago de sangre en donde hay un tendal de cadáveres y no lo creoâ€.
El escritor periodista chileno Vicuña Mackenna, en su Historia de la Guerra, tomo II, p. 717. Tomado de Paz Soldán, obra citada, define lo que es el “repaso:
“Los soldados chilenos son por instinto feroces y carniceros, no se satisfacen con ver muertos a sus enemigos; creen que se hacen los muertos y para dejar bien muertos a los muertos terminada la batalla recorren el campo, y ultiman a los heridos; a este acto de barbarie casi increÃble le dan el nombre de repaso; y de ello se jactanâ€.
Fuente: Vicuña Mackenna, 1880, Historia de la Guerra, tomo II, pag. 717.