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El futuro de la presencia humana en el espacio

En enero de 2031 la mayor estructura jamás construida por el ser humano en el espacio llegará a su fin. Después de más de 32 años desde que se puso su primera piedra, por así decirlo, la Estación Espacial Internacional abandonará su órbita para arder en la atmósfera y precipitarse al océano Pacífico.

El futuro de la presencia humana en el espacio

(Viernes 19/05/2023).- En noviembre de 1998 se lanzaba al espacio Zarya, el primer módulo de un ambicioso proyecto gestado durante más de una década para construir una estación espacial con la colaboración de EEUU, Rusia, la Agencia Europea del Espacio (ESA), Japón y Canadá. 

La cooperación espacial entre los dos eternos rivales, EEUU y Rusia, había comenzado ya durante la Guerra Fría, pero la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés) —que, sin embargo, nunca ha recibido un nombre oficial por falta de acuerdo entre los socios— se ha convertido en el más importante y duradero programa de colaboración en el espacio. Todo proyecto llega a su fin, y el de la ISS ya está decidido. Pero dejará un legado valioso, y esperemos que sucesores.

La novena estación tripulada

Aunque cueste volver la vista tan atrás, la ISS no fue ni mucho menos la primera estación orbital tripulada, sino la novena. La pionera fue la Salyut 1 soviética en 1971, cuyos únicos tres ocupantes perecieron durante el vuelo de regreso a la Tierra, siendo los únicos humanos fallecidos por encima de la frontera del espacio. 

La NASA puso en órbita su Skylab en 1973, mientras que la URSS lanzó otras cinco Salyut tripuladas, y la Mir en 1986. La cooperación de ambas potencias en el espacio había comenzado en 1975 con la misión Apolo-Soyuz, pero fue la Mir, la primera estación modular expandible, la que selló una colaboración que se prolongaría después a la ISS. La lista de las estaciones espaciales ya difuntas se completa con las chinas Tiangong 1 y 2, que sirvieron de ensayos para la Tiangong, lanzada en 2021 y que hoy es la única en órbita junto con la ISS.

Del principio al fin

La ISS comenzó a construirse en 1998, y su arquitectura principal se completó en 2011. Incluso con el éxito del proyecto —aunque no han faltado las críticas—, una estructura como esta envejece y se agota. Aunque su caducidad estaba prevista, la inesperada irrupción de la guerra de Ucrania introdujo tensiones que amenazaban con un final precipitado. 

Inicialmente Rusia anunció que se retiraría en 2024 para construir una nueva estación propia, aunque posteriormente ha abierto la puerta a continuar participando quizá hasta 2028. En cualquier caso, la ISS ya tiene fecha de defunción: a finales de 2030 se abandonará, y en enero del año siguiente se dejará caer. Su estructura arderá parcialmente en la atmósfera, y los restos se sumergirán en el llamado punto Nemo del océano Pacífico, la coordenada más alejada de tierra, donde reposan otras naves espaciales.

Cifras y curiosidades de la ISS

La ISS es la mayor construcción del ser humano en el espacio y el mayor objeto artificial en el espacio en todo el Sistema Solar. Su coste ha sido de unos 100.000 millones de euros, según la ESA.

Su extensión es de 109 metros de longitud total por 73 de anchura incluyendo los paneles solares, aproximadamente como un campo de fútbol. Pesa unas 420 toneladas.

Su espacio habitable es de 388 metros cúbicos, lo que podría compararse a un garaje para siete coches. Tiene seis dormitorios, dos baños, gimnasio y un mirador panorámico de 360°. En total comprende 16 módulos presurizados: seis rusos, ocho de EEUU, uno japonés y otro europeo.

Ha estado continuamente ocupada desde 2000. Ha recibido un total de 266 visitantes de 20 países. Quien más tiempo total ha pasado a bordo ha sido el cosmonauta ruso Oleg Kononenko, con 737 días en cuatro misiones.

Aunque popularmente se piense en la ISS como una estación muy alejada en el espacio, lo cierto es que orbita a solo 400 kilómetros de la superficie terrestre, algo más de la distancia de Madrid a Valencia o de Nueva York a Washington DC.

La ISS viaja a unos 8 kilómetros por segundo, completando una órbita cada 90 minutos, 16 órbitas en 24 horas. En un día cubre la distancia de ida y vuelta a la Luna.

También es común pensar que la ISS se encuentra en “gravedad cero”. Esto es incorrecto: la fuerza de la gravedad terrestre es prácticamente la misma en la ISS que en la superficie. El efecto de microgravedad se debe a que la trayectoria orbital es una caída libre hacia la Tierra.

Su principal finalidad ha sido la investigación en condiciones de microgravedad. Se han llevado a cabo unas 3.000 investigaciones de más de 108 países.

Los sucesores

Hoy no está previsto que vuelva a existir algo como la ISS. Rusia tiene previsto construir su propia estación, actualmente llamada ROSS; China seguirá con su Tiangong e India también ha mostrado intenciones de desarrollar su presencia espacial. Pero el principal reemplazo probable apuntará a otra fórmula, estaciones de propiedad y operación privadas, e incluso posibles hoteles espaciales. Compañías como Axiom Space, Blue Origin, Northrop Grumman y otras trabajan en esta línea. 

Ya se han lanzado misiones privadas a la ISS, y la estrategia de la NASA para las próximas décadas se basa en las colaboraciones público-privado. Algunas compañías participan en el proyecto Gateway, la futura estación orbital lunar que servirá a la NASA y otras agencias para establecer una presencia permanente en la Luna, como parte del programa Artemisa de regreso al satélite terrestre.

Fuente: OpenMind 

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