Apurímac, 15 octubre 2025.- Ella, junto al abogado especialista en temas ambientales, César Ipenza, denunciaron que cada día ingresan a Panguana, Huánuco, unas 35 maquinarias provenientes de Pucallpa y Oxapampa. Estas trabajan las 24 horas en busca de oro. A su paso arrasan bosques y el cauce del río; el daño que ocasionan al ecosistema es irreversible.
La operación cuenta con el respaldo de la comunidad Pampas Verdes, cuyos representantes cobran hasta 30 mil soles por cada máquina que ingresa y se movilizan para impedir que la autoridad intervenga.
Los mineros ilegales destruyen y contaminan la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal El Sira, a orillas del río Yuyapichis. “Panguana es la estación biológica más antigua de la Amazonía, donde se ha hecho investigación científica durante más de 60 años. Actualmente está siendo invadida y destruida todos los días”, advirtió Ipenza.
Añadió que en la zona se utilizan retroexcavadoras y que “el río Yuyapichis prácticamente está muerto por la intervención de mineros ilegales que vienen de distintas zonas, pero principalmente de Madre de Dios”.
El especialista exhortó a las autoridades a asumir su responsabilidad. Reconoció que, aunque la Policía de Medio Ambiente y la Fiscalía realizan esfuerzos, estos son insuficientes por la falta de recursos y la ausencia de la Marina de Guerra, clave para proteger el ecosistema acuático. Además, alertó sobre la filtración de información desde autoridades locales.
“Los mineros terminan enterándose de los operativos y mueven las máquinas al anexo de la comunidad asháninka Pampas Verdes, donde lamentablemente los líderes indígenas facilitan la actividad y defienden la maquinaria”, señaló.
Las denuncias indican que, cuando se anuncia la llegada de la policía o la fiscalía, la maquinaria es retirada estratégicamente y los operadores se refugian en la comunidad. Aunque la ley permite incautar los equipos y procesar a sus dueños, las intervenciones han sido débiles y sin resultados concretos. La semana pasada hubo dos intervenciones. Las autoridades llegaron, pero los mineros ya se habían retirado del lugar. Regresaron a las pocas horas a operar.
La experiencia de Koepcke como única sobreviviente del accidente aéreo de 1971 en la selva de Pucallpa, la llevó a comprometerse con la defensa de la naturaleza. Ella destacó la importancia ecológica de Panguana y recordó que alberga la estación biológica más antigua del Perú, pero, pese a su valor, sigue siendo explotada por los buscadores de oro. Según dijo, el alza del precio del metal agravó la situación en los últimos tres años.
La destrucción del río es ya evidente: el agua no es apta para el consumo, no hay peces ni fauna, el cauce presenta una tonalidad turquesa producto del mercurio usado en la extracción. Hasta el momento se han presentado cinco denuncias penales con placas de vehículos y responsables identificados, mientras los directores de la Estación Biológica han recibido amenazas de muerte.