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La ayuda occidental, incapaz de parar el avance ruso ni los daños al sector energético de Ucrania

Ucrania afronta un invierno clave para la guerra, pero la ayuda occidental se ve incapaz de proteger su sistema energético y frenar la ofensiva rusa en Donetsk.

La ayuda occidental, incapaz de parar el avance ruso ni los daños al sector energético de Ucrania

Apurímac 27/12/2024.- Mientras aparecen brechas cada vez más profundas en la unidad europea contra Rusia y la ayuda estadounidense está en el filo de la navaja, Ucrania afronta un invierno muy difícil, que puede marcar el inicio en 2025 de un complicado proceso de negociaciones o sentenciar su debacle ante la superior maquinaria bélica rusa.

El Kremlin no esconde su estrategia: el día de Navidad lanzó su décimo tercer ataque devastador contra las infraestructuras energéticas de varias regiones ucranianas, que dejó a centenares de miles de personas sin luz ni calefacción. Mientras, en el este del país, el avance del ejército del Kremlin sigue imparable sin que el armamento occidental pueda mellar la maquinaria militar rusa.

Ni siquiera el uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance estadounidenses y británicos contra territorio de la Federación Rusa ha marcado una diferencia importante desde que en noviembre el presidente Joe Biden diera luz verde para su uso. En realidad, han sido más dañinas las respuestas rusas a esos bombardeos.

De hecho, los mayores éxitos ucranianos los están logrando los drones, que pueden adentrarse sin ser detectados en territorio ruso y que alcanzan refinerías y depósitos de armas sin problemas.

Este jueves, el Estado Mayor ucraniano confirmó el ataque con seis misiles ATACMS y cuatro Storm Shadow realizado el pasado 19 de diciembre contra una planta de producción de combustible sólido para misiles balísticos en la ciudad rusa de Kamensk-Shajtinski, en la región de Rostov. Sin embargo, la información no especificó el daño causado en la fábrica.

El día 22, otro bombardeo con drones destruyó un polvorín en la base de Kadamovski, también Rostov. En ese caso si se informó sobre el alcance del ataque.

La respuesta rusa a estas dos razias ucranianas no se hizo esperar. El mismo 19 de diciembre, el ejército ruso respondió al ataque a la planta de combustible con una lluvia de misiles que destruyeron una comandancia militar ucraniana y una empresa encargada del diseño y producción de sistemas de misiles ucranianos Neptun y Oljia, y equipamiento para los Patriot donados por Occidente.

El ataque ruso de Navidad

Pero la mayor de las represalias estaba por llegar. El miércoles, Navidad, una oleada de 80 misiles y 106 drones rusos alcanzaron las infraestructuras energéticas de siete regiones ucranianas, desde Kiev a Járkov, en el noreste, pasando por Dnipropetrovsk y Poltava, en el centro, Zítomir e Ivano-Frankivsk, en el oeste, y Zaporiyia, en el sur. No solo fueron alcanzadas las plantas eléctricas; también sufrieron graves daños las centrales térmicas.

En Járkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania y centro de una región industrial clave, la ofensiva con misiles y drones de Navidad dejó a gran parte de la población sin luz y calefacción. En otras regiones, la operadora nacional de electricidad, Ukrenergo, tuvo que interrumpir el suministro eléctrico.

La fuerza aérea ucraniana señaló que sus sistemas antiaéreos lograron derribar 113 de 184 objetivos, es decir, un elevado número de misiles y drones rusos evadieron las defensas antiaéreas y alcanzaron sus blancos.

El Gobierno de Kiev ha reclamado una y otra vez a sus aliados más sistemas antiaéreos, especialmente las baterías Patriot, muy precisas a la hora de derribar misiles enemigos, pero tales equipos están llegando con cuentagotas.

Buena parte de los sistemas antiaéreos occidentales están siendo empleados para proteger Kiev y otras grandes ciudades ucranianas, pero su número limitado impide su uso en la protección de las fuerzas de tierra, que están a merced de la artillería pesada y las bombas planeadoras lanzadas por la aviación de Moscú.

Y la ofensiva rusa, cada vez más cerca de sus objetivos

Desde hace varios meses, las noticias sobre la conquista rusa de pequeñas localidades en Donetsk son continuas y cada vez queda en esta región menos territorio controlado por los ucranianos.

Este jueves, sin ir más lejos, el alto mando ruso anunció la captura de una localidad a cuatro kilómetros de Pokrovsk, uno de los últimos reductos fortificados que les quedan a los ucranianos en Donetsk y cuya caída podría arrastrar a otros bastiones que protegen el centro y norte de Ucrania.

Mientras las tropas del Kremlin se acercan a Pokrovsk, otras fuerzas rusas se encaminan hacia Kramatorsk y Sloviansk, los dos enclaves de Donetsk mejor defendidos. En el sur, la región de Zaporiyia es también escenario de combates, por lo que la confluencia de estas líneas de ataque podría poner a las fuerzas ucranianas en una posición muy delicada en los próximos meses.

Y esto es lo que denuncia el presidente Volodímir Zelenski en todos los foros occidentales en los que participa: faltan armas y EEUU y sus aliados europeos no están haciendo llegar todas las partidas prometidas. Si a este problema se añade la dificultad con la que se está topando el ejército ucraniano para reclutar nuevos soldados y cubrir los enormes huecos que las deserciones están provocando en sus filas, el panorama no puede ser más sombrío para Ucrania.

Biden reclama al Pentágono que se dé prisa en mandar las armas prometidas

Por eso, el presidente Biden, tras conocerse los detalles del bombardeo del sistema energético ucraniano en Navidad, instó al Departamento de Defensa de EEUU a continuar los envíos de armas a Ucrania. El mayor temor de los ucranianos es que Donald Trump cuando jure su cargo el 20 de enero recorte radicalmente esa ayuda o incluso la suspenda, como ha prometido repetidamente.

Washington ha sido el principal proveedor de Ucrania al estallar la guerra, cerca de 175.000 millones de dólares en conceptos económicos, ayuda humanitaria, asistencia a refugiados y, sobre todo, respaldo militar y armas. Este último ramo, la asistencia militar estadounidense a Ucrania, ascendió a 75.000 millones de dólares.

Alemania, que ocupa el segundo puesto entre los donantes de ayuda y armas a Kiev ha dedicado ya o tiene comprometidos cerca de 28.000 millones de euros en asistencia militar. Es decir, menos de la mitad del monto estadounidense.

El caso alemán es orientativo sobre el tipo de armamento enviado a Ucrania, pero también ofrece una idea sobre los errores que se han cometido al proporcionar esa ayuda sin evaluar bien la eventual respuesta rusa.

No se ha contado con la respuesta rusa

Los numerosos errores militares cometidos por el ejército y el Ministerio de Defensa rusos nada más comenzar la guerra el 24 de febrero de 2022 y en los meses siguientes llevaron a asumir en Europa la falsa idea de que tal comportamiento, con fallos en la dirección militar, inteligencia y en los gastos bélicos se mantendría tras el primer año de contienda.

Nada más lejos de la realidad. El Kremlin instauró una economía de guerra en Rusia, amplió el conflicto a Asia con la participación de fuerzas norcoreanas, recibió también munición a espuertas de Corea del Norte, así como drones de Irán y, sobre todo, pasó de las derrotas y fallos del verano y otoño de 2022 a tomar la iniciativa bélica en 2023 y consolidar y ampliar los territorios ocupados en 2024.

Por ejemplo, los alemanes entregaron al ejército ucraniano un centenar de carros de combate de última generación Leopard, al igual que hicieron otros países. Sin embargo, esas entregas, que se creía que podrían apuntalar la contraofensiva ucraniana del verano de 2023, no sirvieron de mucho.

Rusia había tenido tiempo de reforzar la línea del frente, creando una zona defensiva muy profunda repleta de obstáculos, bunkers y, sobre todo, minas antitanque. Pero lo más importante fue la carencia de suficientes aviones de combate para amparar el avance de los carros de combate. Esta carencia no se ha solventado ni siquiera con la llegada de unas docenas de F-16 que también los ucranianos habían reclamado como el arma suprema para cambiar la guerra.

Ahora ese arma definitiva son los misiles de largo alcance para golpear objetivos en el corazón de Rusia. Los últimos ataques ucranianos dan una idea de que tales acciones, aunque importantes, están muy lejos de ser decisorias. Se necesitarían centenares de esos misiles suministrados continuamente y eso no va a pasar.

De momento la propia Alemania se ha negado a proporcionar sus misiles Tauro, con mayor rango incluso que los ATACMS estadounidenses, los Scalp franceses y los Storm Shadow británicos que ya está usando Ucrania.

En estas circunstancias, quienes abogan por una negociación para terminar el conflicto subrayan una dolorosa realidad que ni Zelenski ni sus aliados europeos están dispuestos a admitir: la guerra está sentenciada salvo que Europa se vuelque en la misma como si en ella le fuera su propia existencia.

Pero ni lo ha hecho hasta el momento ni lo hará en un futuro. Ucrania es un tablero de juego para fabricantes y mercaderes de armas, que también ha cambiado el panorama de suministro de hidrocarburos (a favor de Estados Unidos y su gas licuado que ahora inunda los mercados europeos), pero en el que, pese a su florida retórica militarista, no están dispuestos a ahogarse ni Washington ni Bruselas.

Lavrov: una paz duradera, no el “callejón sin salida” de una tregua

Por eso, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, fue este jueves contundente: Moscú demanda un acuerdo de alto el fuego “que no pueda ser violado” y que implique una paz duradera. Nada de treguas, según Lavrov, que son un callejón sin salida y solo servirían para que Occidente rearme a Kiev.

Sobre las posibles negociaciones en la sombra, el diplomático ruso reveló que Francia, adalid de apoyar verbalmente a Ucrania hasta las últimas consecuencias e incluso partidaria de despachar tropas europeas a combatir a esa guerra, en realidad ha tratado de poner en marcha un “diálogo sobre la cuestión ucraniana” con Moscú, pero sin contar con Kiev. Una vez más, la hipocresía en torno a esta guerra mostrando sus orejas.

Fuente: Público  

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